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domingo, 8 de junio de 2008

El hombre que nunca fue santo

El hombre que nunca fue santo


.-Es aquí donde se ponen velitas al destino?

.-Tercera pared a la derecha siguiendo el pasillo central. No tiene usted perdida. Todas las columnas tienen capiteles corintios.

Seguí caminando. Levante levemente la mirada buscando las hojas de acanto que me indicasen el pasaje adecuado.

Una vez delante, intente reflexionar sobre lo absurdo e incoherente que son las decisiones prematuras. Pero rápidamente llegue a la conclusión que todo lo que sucede no tiene solución. Una vez realizado un acto, solo queda esperar las consecuencias. Mis pensamientos seguían divagando entre cientos de palitos de incienso humeantes, esperando que mi buena voluntad y predisposición encendiese una velita.

Saque la caja de fósforos. La abrí sin pensar. Encendí uno al tiempo que, el olor al azufre intentaba confundirse entre el aroma fragante.

Deje la mente en blanco y olvide los pensamientos en ese instante preciso. Gire con determinación y me aleje sin mas. En silencio. Como uno debe de alejarse de todo…

Fragmento del relato: “El hombre que nunca fue santo”

Copyright © By Jan Puerta 2008

Texto y fotografías con copyride del autor.

janpuerta@gmail.com

1 comentario:

Apreciados amigos…
La gestión del tiempo es uno de mis problemas. En la medida de lo posible, contestaré vuestros comentarios.
Un abrazo